jueves, 30 de octubre de 2014

Los crímenes que no cometimos

Un día moriré pronto y se te hará tarde para decirme “te quiero”. Puede que ocurra en este mismo extremo de la mesa, mientras cenamos el uno frente al otro: un leve mareo, me ensimismo para tratar de escapar del vaivén, entro en un trance superior, me despego extrañamente del sitio y desaparezco, con la cabeza sobre el plato, sin más. Entonces tú sueltas los cubiertos, arrastras la mitad del mantel sin saber cómo, vienes a mí y me preguntas qué me pasa, y me dices que vuelva en sí, que me quieres. Pero ya no te oigo. Estoy muerta. O puede que sí te escuche, desde un lugar lejano, en las antípodas de la vida, destinado a las almas con pena. Y puede que a mí me sirva esa imagen y ese mensaje, adivinándote desolado, a los pies de mi cadáver, pidiéndome una vez tras otra que no me vaya, que resista, que aguante, y abandone ese lugar repleto de gente triste que no respira y acceda a otro lleno de gente alegre, que no respira. ¿Qué más da? Nuestra comunicación se habrá roto...

Por eso creo que deberías dejar de mirar la tele. Apagarla. Y dejar los cubiertos sobre el plato, con tranquilidad. E incorporarte de la silla. Y venir hasta este extremo de la mesa antes de que se te haga tarde; porque te juro que me vencen las ganas de morirme.

jueves, 9 de octubre de 2014

¡POPULISTAS!

Los representantes de los partidos políticos tradicionales (esos a los que Pablo Iglesias llama “casta”) se han empecinado en explicarnos qué es populismo. Ni media palabra más; estos señores tienen estudios, están preparados y, por tanto, hemos de hacer caso y tomar “populismo” como ese acto que consiste en prometer 600 euros mensuales para aquellos ciudadanos en exclusión social; o a esa otra proclama que pide auditar la deuda y pagar sólo la parte que verdaderamente ha contraído el país. Perfecto; lo entendemos. Ya sabemos en qué consiste el “populismo”. Basta con que nos lo digan una vez. Pero, y ahora, ¿no sería ideal que explicaran también cómo hemos de denominar a los 2500 euros del cheque bebé que primero impuso y después finiquitó Zapatero? ¿Tal vez como medida electoralista? ¿Falta de cálculo? Resulta cuanto menos curioso que el pueblo llano, sin tanta preparación, crea que esa medida, carente de cualquier exigencia o criterio, hubiera mejorado y perdurado en el tiempo con el simple hecho de establecer unos requisitos mínimos, y no dejarla en flor de un día (o de urna). E incluso cabría preguntarles si esa ayuda a la natalidad o la ley de dependencia no conforman una deuda soberana. Nos van a responder que no hay dinero para todo y que en algún momento hay que ponerle techo al estado del bienestar. Pero ¿de verdad hemos de creer, a estas alturas, que todo lo que ha pasado y está pasando se debe a la burbuja inmobiliaria? ¿Es populismo preguntar cuántas empresas se pueden crear o reflotar con los 15 millones de euros de las tarjetas Black, o con los 50 de Bárcenas, o con el dispendio de la Junta de Andalucía, en el caso de los ERE? Puyol, Gürtel, cursos de formación, Urdangarín, Alicante… Y hasta los puentes de Calatrava.

En nada se quedan las caras de Bélmez. El misterio se encuentra en la de nuestros políticos. ¿Cómo es que no se sonrojan? Ellos han sido los escribientes de las instrucciones del juguete; y los que se han obstinado en hacerlo girar hacia el lado contrario al correcto; los que lo han roto. ¡Carajo! Y ahora, según parece, lo que procede es apartarnos y permitirles arreglarlo. ¡Populistas!

(Artículo publicado en el Diario Jaén el 9 de octubre del 2014)