Si
Dios existe y es verdad eso de que tras la muerte nos aguarda el cielo, que se
preparen los intolerantes: recién aterriza la avioneta que traslada allí a
Pedro Zerolo. Esto viene a significar que frente a la creencia milagrosa de la
multiplicación de los panes y los peces, y de la resurrección de Lázaro, y la
separación de los mares, él esgrimirá el peso aplastante de la lógica; y
entonces Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo se verán forzados a responder a
qué o a quiénes hacen daño los besos y caricias que se dan dos personas del
mismo sexo. Y como dicha respuesta guarda una inexistencia aún más profunda que
la que alberga cualquier fe religiosa, pronto se producirá la liberación de los
seres alados, a los que, de manera espontánea, les nacerá un sexo, que usarán
como les plazca.
Si
Dios existe y es verdad que castiga con el infierno a los que no se rigen por
las leyes que promulga su Iglesia en la tierra, que se preparen los
intolerantes; porque recién aterriza la avioneta que traslada allí a Pedro
Zerolo. Y esto viene a significar que su diálogo con el Demonio pronto valdrá
para transformar ese reino de fuego en el verdadero paraíso; porque cualquier
bien nacido no entiende que en ese lugar no seamos tratados todos de la misma
manera y contemos con las mismas oportunidades.
Si,
por el contrario, Dios no existe y es verdad eso de que tras la muerte acaso
somos polvo y memoria, que se preparen los intolerantes; porque la lucha por la
igualdad que ha mantenido Pedro Zerolo, hasta el último de sus días, va
surtiendo efecto, y más pronto que tarde serán cuatro frente a una sociedad sin
más credo que la libertad del individuo.
Por
último, en el caso de que Dios exista y disponga de la propiedad de devolver a
algunos muertos a la vida, que se preparen los intolerantes; porque para eso ni
siquiera tenemos que contar con el favor o la intervención de un ser
Todopoderoso; nos basta con mantener vivo el espíritu de Pedro Zerolo. Y eso,
siempre, será un orgullo.
Gracias,
Pedro.
(Artículo publicado en el Diario Jaén el 18 de junio del 2015)
(Artículo publicado en el Diario Jaén el 18 de junio del 2015)