Extraña
la deslealtad hacia su ideario que los partidos políticos muestran frente a
determinados temas, cuando se encuentran en el poder. El PSOE, la última vez
que gobernó, con su Zapatero de buen talante y su política social y progresista,
elevó de tres a seis metros la altura de la valla que separa a Ceuta y Melilla
de Marruecos e introdujo las concertinas. Y lo hizo en aquel tiempo en el que
los extranjeros contribuían a las bonanzas del estado, por aquello de regular
el flujo, en aras de una fórmula exacta en la que, al parecer, el negro Y era
directamente desproporcional al negro X. ¿Tendrán sus conciencias tranquilas?
El PP, entretanto, preocupado por la deshumanización que sufrimos y
aprovechando una abrumadora y desquiciante mayoría absoluta, se empecina en
enseñarnos la desprotección en la que se hallan los fetos o la idoneidad de que
el seno de una familia esté formado por un hombre y una mujer, mientras hace
bueno a su adversario, reutilizando esas cuchillas que, por mera cuestión
humanitaria, tuvieron que ser retiradas. ¿Habrá cielo para ellos?
Y
lo peor es la mansedumbre con la que les escuchamos mascullar sus proclamas.
Ahora a Rubalcaba and Company les
toca agravar el gesto y enfatizar la matriz solidaria que vertebra a su partido,
tomándonos por locos o desmemoriados; y al ministro de turno, el mismo que se
postula ferozmente a favor de una política antiabortiva, defender las acciones
contra natura que se están llevando a cabo en la frontera.
Al
ver las imágenes de esos chicos (atléticos, como se entretenía en especificar
el gobierno), sangrándoles los pies y las manos y con las ropas raídas, y, pese
a todo, exultantes de felicidad, corriendo por las calles de Ceuta y Melilla, cuanto
menos uno se siente inmoral al saber que parte de sus impuesto sirven para
costear la infinidad de trabas que esos seres humanos han de sortear para alcanzar
su tierra prometida. Y está bien, algo hay que hacer, porque posiblemente no
sea viable una política de puertas abiertas. Pero quizá todo empiece por concederle
valor a la honestidad y enterrar la hipocresía, y pensar que otra política siempre
es posible… con otros políticos.
(Artículo publicado en el Diario Jaén el 27/02/2014)