Alguien que raja tu
pecho, saca tu corazón y lo martillea, es alguien que no te quiere, y que sin
embargo se convertirá en una persona a quien amarás como no se ama dos veces.
Yo soy una víctima de cien de esos martillazos. Un suertudo que ha podido
comprobar que el amor más álgido, el más perturbado y conmovedor, se sitúa en
la cima del Everest; que todo cambia a partir de entonces; y que todo se hace
cuesta arriba… Incluso cuando ya siempre se está bajando.
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