Puede
que sean lógicas, pero no por ello dejan de resultar curiosas las relaciones
que se establecen entre los distintos territorios que conforman el mundo: los
habitantes de un país eligen libremente (o no) a sus gobernantes, y estos,
dependiendo del grado de acogimiento que el resto de países tienen hacia sus
políticas, levantan (o no) una serie de sanciones con la clara intención de
influir negativamente en la economía de esos países; es decir, en el monedero
de los ciudadanos que eligieron libremente (o no) a unos gobernantes que opinan
de manera diferente a los primeros.
Hemos
de pensar que están en su derecho: Rusia, por ejemplo, no tiene ninguna
obligación de comprarnos a nosotros la fruta y la verdura. Y los gobernantes de
la Europa a la que pertenecemos son libres de calificar como inaceptable el
intrusismo de Putin en el conflicto de Ucrania, y de obrar, por tanto, en
consecuencia.
Hasta
aquí la lógica: damos por buena la autonomía con la que cuentan los pueblos
para defender sus intereses y asumimos que la forma en la que está estructurado
el mundo hace prevalecer el valor de una frontera sobre el bienestar de los
seres humanos que viven a un lado y a otro de ella.
Lo
ilógico, llegado a este punto, es buscar razones para la lógica anterior;
porque no es lógico que recibamos con disparos de pelotas de goma a un tipo que
viene de cruzar un desierto, ni que Obama reciba el premio nobel de la paz y su
gobierno continúe permitiendo la venta de armas al estado de Israel, ni que la
manera más efectiva de cambiar los designios de un país sea bloquear la entrada
de productos de primera necesidad…
Y
lo malo viene ahora: ¿es posible una lógica que no atiende a razones? Y si la
respuesta es que no, ¿quiere decir que somos más ilógicos que el león que vive
en la sabana africana y que caza sólo cuando tiene hambre? Y puestos a
preguntar: ¿no será que nos empeñamos en falsear nuestra propia historia y
realmente es el mono el que desciende del hombre?
(Artículo publicado en el Diario Jaén, el de agosto del 2014)
Olé. Si señor. Es el mono quien intenta dotar al hombre de coherencia. Solo me queda decir enhorabuena. Una reflexión sin trampas. Para todos. Te sigo leyendo aunque el verano este siendo algo mas diferente de lo que yo imaginaba.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Jose. Y trata de disfrutar del verano.
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