No
estaría de más que Dios aprovechase este momento para manifestase. Dios, Ala…
Da igual la versión; ustedes me entienden. Me extraña, sobremanera, que no le moleste lo
indecible que unos malvados asesinen en su nombre y que su divinidad sea tan
grande como para prestarle el favor de contenerse. Además, dicen que nunca se
deja de ser padre. Y nuestra sociedad adulta hace aguas. Le necesitamos, le necesitamos
ahora más que nunca; porque su opinión resultaría inapelable y una sola palabra
suya bastaría para sanarnos, para salvarnos.
Dios,
habla. Pon paz. Danos la paz. Hazlo de
una vez, por favor.
James
Cameron no nos sirve. Él dice que bajo el amparo de la libertad de expresión
cabe la ofensa a una fe religiosa. No dice, en cambio, que si te pillan en Picadilly
Circus pisoteando y quemando una bandera inglesa the police te detiene y te mete en la trena. No lo dice porque
tendría que explicarnos que la libertad de expresión es algo así como un
asteroide que sobrevuela nuestras cabezas; un asteroide que se nos antoja enorme
cuando su movimiento rotatorio nos lo presenta cerca, y exiguo cuando su
posición de giro lo sitúa a mayor distancia. Algo muy obvio, como siempre. Y ya
se sabe que frente a lo obvio nuestros políticos se muestran recelosos; porque
parece que están para nada.
Entretanto,
el Papa, el emisario de Dios de más alto rango en la tierra, advierte que nos
cuidemos mucho de mentar a su madre, porque se le puede escapar la mano. Y nos
extrañamos; nos resulta escandaloso, inaceptable… ¡¿Por qué?! Llevamos siglos quejándonos de la
lejanía que los pontífices establecen con el pueblo llano; y cuando por fin uno
no se harta de describir las verdades, nos parece mal. ¿Acaso no es cierto que
en el noventa y nueve por ciento de las peleas que se producen en la calle
sacamos a relucir la honestidad de nuestras madres? ¿Que luego a este mismo
Papa se le echa en falta cierta coherencia en sus acciones? Pues sí. También a
Rajoy, que va a manifestarse a París, mientras la ONU estudia si es democrática
su ley de seguridad ciudadana. Por eso necesitamos que Dios diga algo al
respecto, aunque sea a través de un plasma.
Dios,
habla. Pon paz. Te rogamos la paz.
(Artículo publicado en el Diario Jaén el 29 de enero del 2015)
Buenísimo Andres. Un
ResponderEliminarGracias, Pepi. Un besazo!
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