El
pueblo es soberano y ha decidido que la presidenta de la Junta de Andalucía
continúe siendo la sucesora de Chaves y Griñán. Esto viene a decir que
soberanía es sinónimo de poder y antónimo de responsabilidad; y que estamos un
poco locos y nos gusta la parranda, o que somos muy cobardes y preferimos este
presente amañado antes que apostar por la construcción de un futuro sin contrapesos
de plomo en los pies.
Lleva
razón Anguita: “ahora no vale rasgarse las vestiduras”. ¡Solo faltaba! Si yo
fuera Susana Díaz no dejaba para mañana salir en televisión y exigirnos a todos
los andaluces un par de patucos para su nene y silencio, no vaya ser que se le
despierte y le propine él las pataditas que los demás nos hemos guardado.
Pregunto:
¿no será que los astrónomos erraron en la situación de la Tierra Santa y ésta
en realidad se encuentra en Andalucía y que entones todos llevamos dentro un
poquito de Jesucristo y nos puede eso de poner la otra mejilla, y lo de las
setenta veces siete, y lo morir en la cruz para resucitar y morir al poco de
nuevo? Desde luego, cuesta imaginar paraíso más bello, y si no se desdeña la
existencia de Dios es fácil creer que él y su familia pululen entre
nosotros.
Andalucía
es la última en casi todo y la distancia que nos separa de nuestros inmediatos
predecesores se perpetúa. No mengua. ¿Resulta lógica la concesión de una nueva
oportunidad a los mismos dirigentes, o cabe pensar en una especia de síndrome
de Estocolmo, basado en una prudencia propia de otro siglo? ¿De veras no merecía
un castigo en las urnas el caso de los ERE o el fracaso de las políticas de
empleo? Yo propondría despedir a la jueza Ayala y usar el dinero de su sueldo
para una gran merendola. Total, ¿de qué nos sirve que instruya?
En
otros lugares la democracia se ha erigido como la mejor herramienta para
transformar una sociedad. Aquí hemos cocinado con ella unas lentejas (con su
zanahoria y su chorizo). Y el mensaje del resultado de estas elecciones no
puede ser más claro: o las tomas, o las dejas.
(Artículo publicado en el Diario Jaén el 26 de marzo del 2015)
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