jueves, 26 de noviembre de 2015

Condenado a sentir

La libertad es inmensa, inabarcable, tanto que da para juzgar cómo de grande ha de ser una pena. Ni tocarla. Que a nadie se le ocurra. La libertad es sagrada, sin ironía de ninguna clase. La única solución radica en el respeto a las diferentes e infinitas opiniones. Y en la discusión sana, enriquecedora, de vasos comunicantes. Yo muestro mi parecer sobre algo, incluso mis sentimientos hacia algo; y otro u otra pueden llegar —siempre serán libres para hacerlo— y afearme la historia. París hasta en la sopa, dirán, más o menos, de Beirut y Mali nadie habla. A lo que yo sólo podré responderles que no soy accionista del grupo Atresmedia, ni de Prisa, ni de Mediaset… Y que el causante de agravar mi tristeza es mi subconsciente; porque me resulta muy fácil confrontar la sala Bataclan de París con La Rivera o La Sol de Madrid y cualquier café del distrito 11 con cualquier café de Malasaña.  
Sí, lo confieso: mi sensibilidad se rige mucho por la cercanía, me duele más mi pie que el tuyo, y mi madre más que la tuya, y mis amigos más que los tuyos. También confieso que el 13-N no tenía a nadie conocido en París, ningún temor real, ningún motivo para marcar un número de teléfono para afectados. Pero me impresionó el paulatino incremento de víctimas, las imágenes; me impresionaron más que las que otros muchos días ofrecen los noticiarios, porque el horror se sitúa más lejos, por esa causa tan simple, desleal, deshonrosa y vergonzante. Lo confieso.
¿Se puede controlar la impresión, la sorpresa? ¿Debemos enmudecer algunas manifestaciones para no generar un agravio comparativo? ¿Esforzarnos en variar estas conductas? Hablo de impresión, de sorpresa, de subconsciente. La indignación juraría que es la misma, y la renuncia a toda respuesta violenta, y la animadversión hacia los políticos que manejan el timón del mundo, y la certidumbre de que la solución a estos problemas empieza por la democratización de la solidaridad y la igualdad de afectos. Pero confieso que soy incapaz de no sentir lo que siento, de reprimir la impresión de un arma que se dispara en el país de al lado. ¿Cómo lo hacéis vosotros?

(Artículo publicado en el Diario Jaén el 26 de noviembre del 2015)