Seguro
que tiene una explicación jurídica; pero no deja de ser curioso que Mario Conde
encabezara la lista de deudores a la Hacienda pública, que filtró el ministro
Montoro, y haya sido detenido en un chalet del barrio del Viso en Madrid y la
Guardia Civil haya registrado un pazo en Ourense, una finca en la provincia de
Sevilla y una empresa con sede en Torrejón de Ardoz. Yo trabajé durante algún
tiempo haciendo nóminas y no resultaba infrecuente que recibiéramos
notificaciones de Hacienda avisándonos del embargo de parte del sueldo de un
trabajador que había contraído alguna clase de deuda con ellos. ¿Es sostenible
un mundo en el que determinadas artimañas legales te separan del común de los
mortales? Claro que el asombro que generan este tipo de noticias es moderado,
sostenido; los políticos han conseguido lo más difícil: que confiemos en la ley
y que creamos factible que a una familia se la obligue a abandonar un piso por
impago y que a Conde, Bárcenas and
Company distintos entramados societarios les libren de perder sus
propiedades.
Da
qué pensar nuestra falta de osadía. Buena parte de las nuevas formaciones
políticas que pretenden gobernar el país sitúan como primer punto de su ideario
un mejor reparto de las cargas fiscales, para que no sea posible que un
empleado pague más del treinta por ciento de sus emolumentos en forma de
impuestos, mientras las grandes empresas no alcanzan siquiera el cinco. ¿Por
qué recelamos de algo así? Cualquiera diría que tanta libertad nos viene grande
y que preferimos mantenernos bajo la tutela de unos malhechores, mientras estos
nos perdonen la vida. Cierto es, insisto, que no debería de sorprendernos semejante
quietud: para desalojar a Felipe González del poder necesitamos, entre otras
cosas, que su Ministro y su Secretario de Interior entraran a la cárcel; y para
hacer lo propio con Aznar, que Acebes manifestara que la banda terrorista ETA
estaba detrás de los atentados de Atocha; y fueron muchos miles de ciudadanos
los que presentaron sus respetos ante el cadáver de Franco. Que no es de hoy;
que lo nuestro es genético. Mediterráneos, de sangre caliente, dicen…
(Artículo publicado en el Diario Jáen el 14/04/16)